UN BLOG DE CARRERAS Y SENDEROS


domingo, 27 de septiembre de 2009

NOCTURNO SIN CHOPEN


El viernes 25 de septiembre corrí mi primera carrera nocturna, la del Guadalquivir. La primera sensación es la de sorpresa ante el atasco de coches y autobuses de corredores que pugnan por llegar a la línea de salida, junto al Estadio Olímpico de Sevilla. La segunda, ya en la salida, es la marea de deportistas que inunda las calles como un “tsunami” ansioso por desbordarse. Hay más de 15.000 personas inscritas y parece que no ha faltado ni una. Veo mucha gente joven y eso me alegra, ya que en las últimas carreras me hice la idea de que a la juventud no le interesaban estas actividades deportivas. Si estaba equivocado me alegro enormemente.
Estoy con Aurelio, Julio S. y Laura, hija del primero, y que ha decidido unirse al evento, y unos compañeros del Aikido. También está Julio P. con su hermano y su sobrino.
La gente se lo pasa en grande, hay cachondeo, risas y canciones por todas partes; en especial triunfa el coro de “Lopera, márchate”, Hay tipos disfrazados, pelucas, globos y otras payasadas. Un ambiente jovial y festivo, pero, quizás, demasiada gente.
Suena la salida pero nadie se mueve, hay un embotellamiento general que se va disolviendo poco a poco, pasito a pasito y hay que tener cuidado con los tropezones, los codazos y las caídas.
Apenas llego al puente de la Barqueta y meto un pie en un hueco que no había visto y me voy al suelo. Afortunadamente no es nada, ya que sería una triste guasa ir hasta Sevilla para dejar la carrera antes del primer Km. En seguida pierdo de vista a todos mis amigos, como por otra parte era de preveer, incluso me uno a un grupo que corre por las aceras, paralelos a la calzada por donde va la carrera oficial. Uno de estos lleva un casco con enormes cuernos y el otro va de torero, no se si vienen juntos o es casualidad, pero uno y otro se envisten con animo festivo ente los “olés” de público y corredores. Otro corredor pide paso, lleva en la cabeza un cono señalizador que ha cogido de la señalización del trayecto. Debe ser de su talla porque no se le cae y lo lleva hasta que nos perdemos de vista.
En ningún momento de la carrera dejo de sentir la proximidad de otros deportistas a menos de un metro, incluso en algunas curvas nos tenemos que parar. El primer reportaje de agua es apoteósico, pero de alguna manera me las apaño para pillar una botella.

El siguiente kilómetro en un gigantesco charco de agua mineral en el que nadan miles de botellas de plástico pisoteadas y sus tapones. Si hay cerca de 16.000 corredores, es fácil hacerse una idea de la cantidad de agua y plástico que hay por el suelo.
La temperatura es elevada y la temperatura alta, voy sudando de arriba abajo y no tiro ni una gota de agua. Miro mi cronometro y me doy cuenta de que no funciona, se ha parado en el primer segundo, sí funciona el reloj, pero es muy difícil hacerse una idea del tiempo.
Veo a Aurelio y casi me pongo a su altura, pero de repente lo pierdo de vista sin poder acercarme a él. Veo un globo naranja que señaliza el Km. 6, hasta entonces no había visto ninguno. Pienso que voy demasiado rápido, animado por el impulso de la multitud, y decido aflojar el paso.
Los últimos dos o tres Km. la carrera va más suelta y se corre mejor, ya no hay casi público, que ha sido una grata y numerosa constante a lo largo del trayecto.
La entrada al estadio olímpico es impresionante, no lo conocía, y merece la pena. Damos una vuelta por el circuito y llegamos a meta. Esa parte del estadio está llena de familiares, amigos y público que animan desde las gradas. Creo que hice 01.17, pero es solo una estimación.
A partir de aquí el embotellamiento comienza a ser una molestia, nos apretujamos unos contra otros, en las entrañas del estadio, falta aire y sobra sudor.
Cuando por fin llego al aire libre, en la cola para recoger la típica bolsa, una mujer se agarra a mi brazo y me pide ayuda, ya que se encuentra mal. La dejo sentada en el suelo y busco a las asistencias, con las que la dejo, espero que no sea nada.
En resumen, una grata experiencia que me alegró compartir con buenos amigos.

Y ya estamos preparando la siguiente.

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