UN BLOG DE CARRERAS Y SENDEROS


domingo, 31 de mayo de 2009

101 Km. de Ronda








Acabo de dejar atrás el último adoquín de la Cuesta del Cachondeo y las mil ampollas desaparecen, todos los dolores se disuelven, y parece que camino sobre una nube. Ya está; lo hice. Mi cronómetro marca 23 horas y veo la plaza de toros y los árboles de la Alameda un poco más adelante. Sé que no voy a batir el record de la prueba, pero he hecho algo mucho más importante. A mi derecha viene mi amigo Aurelio y a mi izquierda Julio S. no podría elegir mejor compañía. La gente nos anima, y en especial los otros marchadores, que saben perfectamente de donde venimos.
Hace dos años que los tres, y alguno más, nos decidimos a participar en la prueba y parece que por fin el sueño se ha cumplido.
Antes de la salida, la primera sorpresa es ver el estadio abarrotado de corredores, prácticamente no había sitio ni para sentarse. El año anterior, el 2008, en el que debutamos, (abandonando en Setenil por la lluvia y el frío) ofrecía un aspecto mucho más desangelado.
El cohete que anuncia la salida de los ciclistas nos pilla ya embadurnados de crema solar, de vaselina en ciertas partes, y con esparadrapo en los puntos de los pies más visitados por las ampollas. Parece que no van a acabar nunca de salir los 3473 ciclistas y 572 duatletas que se deslizan por el borde del campo de fútbol como una serpiente de colores. De los primeros terminarían 3005, y 486 de los segundos. Es mucho mayor la escabechina de corredores-marchadores, de 3245 sólo 2095 llegan a meta.
La salida de corredores la iniciamos a paso de tortuga para evitar arrollarnos unos a otros, saludamos a las gradas desde donde nos anima Esther y al público en general. El estado anímico de todos es de euforia, como si no supiéramos lo que nos espera. De hecho, algunos salen corriendo como locos, adelantando corredores por las calles de Ronda, como si en los restantes 100 kilómetros no fueran a tener tiempo; muchos de estos se quedaran en las cunetas, sentados bajo una sombra.
La primera cuesta está a las afueras de la ciudad. Hace mucho calor y se agradece la gorra y la crema, pero aún así pega fuerte. Justo arriba te encuentras con un señor que saca la manguera desde su casa para ofrecer agua a todo el que pasa, y unos niños que ofrecen caramelos a los corredores. Su imagen de alegra el día y me guardo dos de ellos para más adelante. falta azúcar.
En el avituallamiento del Circuito (Km. 23) Ascari hay una enorme cola de deportistas, afortunadamente, y gracias a Aurelio, llevamos bocadillos y podemos ahorrar el tiempo de la espera, que aprovecho en curar la primera de las ampollas que me amenizarían la jornada.
La primera gran subida es la de Arriate, (Km. 30 a 35) que parece no acabar nunca, y donde los dos Julios decidimos bajar el ritmo. A los lados del camino hay algunos corredores que decidieron subir demasiado aprisa. De nuevo tuve que parar y reventarme 3 ampollas, afortunadamente mis compañeros habían sido más precavidos que yo en cuanto a material de curas y me prestaron los avias, además de colaboración técnica. La noche nos sorprendió llegando a Setenil, y no fue la única sorpresa, ya que la organización había añadido un hermoso rodeo de 4 ó 5 kilómetros para que apreciáramos tan pintoresco pueblo. Tengo un poco de frío y me pongo el chubasquero, pero enseguida noto como un chorro de sudor me corre por los brazos y gotea en el suelo. Si sigo así me voy a deshidratar, así que me lo quito y me lo coloco sobre los hombros e insisto en que debemos beber, aún sin sed.
En el Instituto de Setenil, donde está el avituallamiento y punto de asistencia, nos retiramos el año pasado bajo una catarata de agua. Los camiones de La Legión estaban también este año llenos de corredores que abandonaban, y para nada del mundo quisiera verme otra vez en uno de ellos. Dimos otro repaso a las ampollas, nos pusimos ropa de abrigo, los frontales, comimos algo, y salimos. Por cierto, he de señalar con tristeza que algunos de los “deportista” que nos precedieron habían dejado aquello como una pocilga, y prefiero no entrar en detalles.
En ese momento éramos los últimos, y solo nos seguía el coche escoba, lo que produce una sensación poco agradable, dicho sea de paso.
Poco a poco fuimos adelantando a compañeros marchadores. En ese momento me doy cuenta, por primera vez, de que vamos a terminar dentro del tiempo de 24 horas si no tenemos ningún contratiempo. Julio S. ha estado a punto de tenerlo, pues se toma en Setenil dos vasos de Cocacola seguidos, sin respirar siquiera, y le sientan como un tiro.
Estamos llegando al Cuartel y adelantamos a un grupo de chicas, algunas no llevan luz ni agua, se alumbran con una pequeña luz estroboscopia que nos facilita la organización para hacernos visibles y evitar atropellos, ya que hay tramos de carretera abiertos al tráfico. Se nos ha unido Álvaro, un chico joven de Huelva con el que haríamos un buen trecho. Tiene un andar extraño, y es que tiene un pie jodido, aún así no se queja y sigue a su ritmo.
Llegamos al cuartel y nos recibe una ola de calor como una bofetada. Tampoco aquí pueden atendernos y curarnos las ampollas, los podólogos tienen órdenes de salir para la meta para asistir a los que van llegando. Una de ellas nos da un poco de Betadine, unas agujas, y algunos consejos. Se nota que lamenta dejarnos así, pero recibe instrucciones. Cenamos deprisa ya que volvemos a estar los últimos, un legionario nos dice que salgamos pintando, que estamos a tiempo si no perdemos ni un minuto. Aún así tenemos que curarnos las ampollas y nos las reventamos unos a otros como podemos.
Nos había avisado Francis, Manolo y Antonio que al salir del Tercio el frío es terrible, más por el contraste de temperaturas y por el sol acumulado, por lo que nos abrigamos a conciencia, quizás demasiado.
El primer tramo es un poco frustrante, te encuentras a marchadores que están de vuelta del tramo de Montejaque, Benaojan y la Cueva del Gato. Nos dan ánimo y nos dicen que falta poco, pero tienen toda la pinta de pensar: “Joder, si supieran estos pobres lo que les espera...” Y lo que nos espera es un hermoso tramo circular coronado por la terrible subida a la Ermita de Benaojan, en la mitad de esta tengo que quitarme las mallas que me están cociendo las piernas.
A estas alturas de la prueba hemos superado el cansancio, esa sensación ya no existe, ahora es otra cosa. Me concentro en un único pensamiento, y es convencerme de que puedo dar un solo paso más, y cuando lo doy, vuelvo a pensar en lo mismo. Nunca estás tan agotado que no puedes dar un paso más. A veces me fijo en un árbol que me espera a 10 ó 12 metros y me digo “llega hasta el árbol, solo hasta el árbol” cuando llego busco una piedra u otro objeto que me sirva para recorrer un tramo más. Por momentos nos separamos durante un tramo, para volver a juntarnos un poco después, y hablar puede ayudar, pero hay ocasiones en que a ninguno nos apetece y guardamos silencio, sabedores de que no estamos solos, que cada uno de nosotros cuenta con dos amigos.
Llevo en el “Mp3” música que he ido escogiendo pieza a pieza, canciones que me gustan especialmente, y que me dan una subida de moral y energía a ratos.
El paraje de la Ermita es de una belleza espectacular, ya ha salido el sol y aprovechamos sus primeras luces para apreciar el entorno, se ha celebrado allí una romería o algo por el estilo, hay todavía toldos y enseres pendientes de recoger. La bajada es difícil, pero coincide con un “subidón” que nos entra a los tres, comenzamos a correr hasta el avituallamiento, donde ya no queda café ni palmeras, recargamos agua e isotónicas y seguimos a la carrera. Cruzamos Benaojan y la estación y recorremos el paraje de la Cueva del Gato, donde debemos dejar de correr pues coincidimos con otros corredores por el sendero que circula paralelo al río. He renunciado a curarme las ampollas, y mis compañeros, por lo visto, han llegado a la misma conclusión. Tengo una en el pie izquierdo que me llega desde el talón al tobillo, palpita como si un alien creciera dentro, ya arreglaremos cuentas le digo. Me he convencido a mí mismo de que no me duelen los pies, que son sensaciones de mi cerebro que debo dominar, me digo una vez y otra que no me duelen, y por momentos llego a creermelo.
En ese momento recuerdo los caramelos que llevo en el bolsillo y que me regalaron aquellos niños. Me los como y me dan un empujón de energía, aunque quizás sea más la fuerza que recibo por el cariño con el que los ofrecían los chavales, que por la glucosa. Vamos los tres corriendo, cada uno a su ritmo y nos separamos por tramos para volver a unirnos los tres, casi nunca nos perdemos de vista.
En el penúltimo avituallamiento, Km. 91, tampoco hay café, con el que venía soñando, pero se suple con dos o tres pastelillos, acuarius, y sobre todo con la simpatía de los legionarios, que como en todos los puestos es de destacar.
Apenas nos paramos 2 ó 3 minutos, el tiempo corre, y no quiero ni pensar en que no lleguemos a la meta por unos minutos, después de la paliza que nos estamos dando, nos animamos unos a otros y volvemos a la carrera. Adelantamos a más marchadores, muchos de los cuales van renqueando, y otros mantienen el ritmo. Subimos un pequeño repecho y un legionario me dice, que ya estamos, que nos queda la última cuesta, la de El Cachondeo. Es una rampa interminable, del 12%, y para colmo empedrada, que te hace polvo lo que queda de los pies. Ya no corremos, Aurelio se ha adelantado y lo veo arriba esperándonos mientras charla con otro participante. Julio Sierra me sigue a unos metros, va hablando por el móvil, imagino que le dirá a Esther que ya llegamos. Un corredor que ya terminó nos da ánimos y nos enseña la medalla “este año no hay ladrillo dice”
Acabo de dejar atrás el último adoquín de la Cuesta del Cachondeo y las mil ampollas desaparecen….

No puedo menos que agradecer a los miembros de La Legión su dedicación a la preparación de la prueba, su amabilidad y espiritú de ayuda a los participantes y a las muestras de afecto y profesionalidad. Muchas Gracias, hasta el año que viene.

2 comentarios:

ABRAHAM LÓPEZ MORENO dijo...

Hola, compañero.
FELICIDADES POR TU TRABAJO EN ESTE BLOG.
Soy el creador de “Panorámica Cazorlense”, entre otros blogs, y he entrado al tuyo para invitarte al “I Evento Blog Rural Ciudad de Cazorla”. Quisiera comunicarte que estoy organizado dicho Evento Blog, en Cazorla (mi pueblo), para los días 3, 4 y 5 de Julio. Espero que me comentes y estés interesado en formar parte de esta iniciativa, donde podremos exponer nuestros blogs, libros, fotografías, creaciones propias, etc. y además pasar un fin de semana en contacto con la naturaleza.
Bueno, espero tu contestación, y si no es mucho pedir, hazlo saber a tus contactos que pudieran estar interesados.
Un cordial saludo, y muchísimas gracias.

(Pd. Si quieres puedes destruir este mensaje una vez leído)

angel lago villar dijo...

¡¡Magnífico relato!! Me ha ayudado mucho en esa preparación psicológica que tan importante es.
Un saludo.