UN BLOG DE CARRERAS Y SENDEROS


viernes, 18 de mayo de 2007

LA LAJA ALTA



Ruta y Cueva de La Laja Alta

Llegamos al inicio de la ruta por la carretera Jimena a Puerto Cáliz, (antes CA-3331). Poco después de dejar a nuestra izquierda el Área Recreativa (Los Acebuches), hay, también a la izquierda de la carretera, un cortijo (Los Barracones), y junto a él una cancela donde se inicia la ruta. Hay espacio para aparcar dos o tres coches y es conveniente asegurarse de que los habitantes del cortijo no tienen algún perro suelto. El camino baja hasta el Río Hozgarganta que lo cruza por un puente construido sobre varios tubos de hormigón que hacen de ojos. Pocos metros después, habiendo girado a la izquierda al pasar el río, esta el arroyo Jateadero que se une al río en ese lugar; y otra cancela. El camino sube sin grandes obstáculos por el Monte Jateadero, ya que ha sido recientemente ampliado para permitir el paso de maquinaria pesada.

Predomina el alcornoque, y se ven árboles de muy distinto tamaño y edad, según las zonas, algunos impresionantes y realmente viejos. Hay también muchos quejigos con troncos viejos y grandes ramas mutiladas hace años para fabricar carbón. Es posible ver manadas de ciervos cruzar de un lado para otro, tímidos y asustadizos que huyen de la presencia humana, y hacen bien.

En una curva del camino se descubre a lo lejos y en lo alto un inmenso risco a nuestra derecha. Probablemente se podrá ver en lo alto de este hasta una veintena de buitres.

Un poco más adelante hay una o dos angarillas que, si están cerradas hay que volver a dejar como estaban tras cruzarlas. Llegamos al final del camino en un cortijo, Altabacar, rodeado de cercados con cabras.

Aquí es donde empieza la cosa a ponerse interesante, pues de existir sendero es confuso, y más de uno ha tenido que volver sobre sus pasos sin dar con la cueva de las pinturas. Pero en cualquier caso es un camino atractivo que vale la pena ver. En algunos textos se cita un cartel que indica el camino, pero ya no existe.

La cueva se encuentra en el lado norte de la garganta del arroyo Gamero, impresionante valle, agreste y sin más sendas, si acaso, que las usadas en los descorches. Para llegar a ella se puede usar dos vías alternativas:

En la primera `hay que buscar, a la derecha del cortijo, un muro de piedras, de los que delimitan fincas, de poca altura, y que sube en curva hasta un alto. Hay algunas señas de senderistas (piedras planas una encima de otra) y marcas con pintura roja. En este alto bajamos hacia la derecha del sentido que traíamos, dejando a nuestra izquierda los escollos mas elevados de estos riscos, que jalonan la bajada como un penacho. Una marca de pintura roja en una roca avisa que a la espalda de ella está la cueva.

La otra opción es seguir en línea recta la dirección que traía el camino y pronto bajaremos por una pequeña vaguada orientada hacía la garganta y el valle Gomero buscando el acceso a otra quebrada, paralela a esta a nuestra derecha (Oeste). Buscamos una gran pared de piedra, casi lisa y muy inclinada, que nos dice que estamos muy próximos ya que un poco más debajo de esta, en un risco alto está la cueva. La mejor forma de distinguirla es buscar la reja semicircular que la protege.

La cueva no es tal sino un refugio en piedra arenisca abierto a levante de unos 5 x 3 metros. La erosión del viento y la lluvia han acabado con las pinturas del extremo izquierdo, pero aún se distinguen con claridad en el centro y la derecha. Lo primero que salta a la vista son los dibujos de los barcos, hechos de forma esquemática pero con gran acierto. Se ven velas, remos y se percibe la diferenciación entre diversos tipos de naves, e incluso lo que parece un puerto o varadero.

Hay también otras pinturas de diferente factura que representan a un guerrero a caballo con casco, un rey en su trono y otras de difícil interpretación.

El conjunto está fechado entre los años 1000 y el 700 adC. y su principal atractivo es imaginar el choque que en esa época debió significar a los habitantes de la zona, que vivían en cuevas y con un desarrollo muy limitado, al contactar con pueblos como los fenicios y los griegos, con un nivel cultural muy superior, y que habían logrado avances tecnológicos tan importantes como el de la navegación, y que habían construido colonias en la bahía de Algeciras.

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